Con mucha nostalgia, a veces pienso “mi padres ya no están, parece mentira, como los extraño”, y luego, mi mente se inunda de recuerdos bonitos, como el día que me acompañaron en mi graduación, los tiempos que nos íbamos de viaje de vacaciones, las largas conversaciones con ellos, o las fiestas donde se reunía toda la familia y siempre había una anécdota divertida que contar. Cuando me reúno con una de mis amigas de la infancia, hablamos de aquellos tiempos cuando éramos jóvenes, como la vez aquella cuando ella buscaba residencia y yo salí a atender a las personas que tocaban la puerta, y resulta que era ella. Nos dimos un gran abrazo y nos sorprendimos, sobre todo porque teníamos tiempo sin vernos y yo no tenía teléfono. Fue un gran momento de verdad, yo no recordada eso, mi amiga sí, me lo contó y yo hice un breve paseo por el corazón.

La mente no siempre guarda todo, por eso, las fotos nos dan un empujoncito para pasear por el corazón y traer de vuelta momentos que muchas veces se van alejando de nuestros pensamientos. Entre las emociones y los pensamientos hay una conexión, por eso la frase, “Recordar es vivir”, pero nosotros decidimos los que queremos vivir.