Either I do it right or I don't do it at all, it's that simple / O lo hago bien o no lo hago, así de simple (eng-esp)

Good day, everyone.

Regarding the topic of the new dynamic, I must say that I've come to a simple conclusion in life: things are done well, or they're not done at all.

I don't say this out of perfectionism (I'm far from being a perfectionist), but rather out of pragmatism. Starting something half-heartedly, reluctantly, on weak foundations, or impulsively is a sure investment in frustration and wasted time.

I've found that the quality of a result is directly linked to the intention, time, and effort put into its inception.

There's a saying that encapsulates this truth powerfully: "A tree that grows crooked never straightens its trunk." Its meaning is clear and literal. If a tree sprouts at a slant, it will be almost impossible to correct its growth over the years.
The initial twisting will mark its development forever. Applied to our lives, to our beginnings, it means that a project, a habit, or a relationship that begins with basic errors, with haste, with misunderstandings, or with a lack of honesty, will drag those flaws permanently. We can try to correct it, patch it up, or cover it up, but the original crack will always be there, weakening the structure and making it impossible for any storm, no matter how small, to bring it down. At worst, it will never last as long as it would have if it had been done right from the start.
It's a simple law of cause and effect, not a bad omen.

This idea has a direct relationship with my mental health. When I start something in any way, I condemn myself to a constant state of alert.
Uncertainty, the need to fix what wasn't done right from the start, and the feeling of insecurity are a heavy burden. That burden generates anxiety, stress, and, in the worst cases, mental exhaustion. On the other hand, when I take the time and energy to make a solid start, I'm building a solid foundation to walk on.
That doesn't eliminate future problems, but it gives me the peace of mind of knowing I'm prepared to face them because I'm starting from a stable foundation. The peace of mind this provides is invaluable.

That's why I insist we must think carefully about every beginning, whether personal or professional. It's not about being fearful, but about being strategic. Before starting a partnership, I must evaluate the person, their values, and their goals.
Before starting a relationship, I always made sure there was clear communication and realistic expectations. This process of prior reflection was never a waste of time; it's the most important investment I've ever made. It's what drastically ensured that this bond has worked to this day, that it will endure over time, and that, ultimately, it will be beneficial to us.

Beneficial not only in material terms, but also, and above all, in spiritual or emotional terms. A relationship that started well is a source of mutual support and enrichment. A well-planned project is a source of pride and fulfillment.
Both contribute to a state of overall well-being. A hopeful future is not a lottery; it is the direct consequence of the seeds we plant today.
And if I want to reap strength, security, and prosperity, my responsibility is to ensure that those seeds are of the highest quality and are planted in the most fertile soil. That is the only path to a tomorrow truly worth living.

Leer en español

Buen día tengan todos, estimados.

Relacionado con el tema de la nueva dinámica debo decir que he llegado a una conclusión simple en la vida: las cosas se hacen bien, o mejor no se hacen.
No digo esto por perfeccionismo (estoy bien lejos de ser perfeccionista), sino por pragmatismo. Emprender algo a medias, con desgana, sobre bases débiles o por impulsividad es una inversión segura en frustración y pérdida de tiempo.
He comprobado que la calidad de un resultado está directamente ligada a la intención, el tiempo y el esfuerzo puestos en su inicio.

Existe un refrán que encapsula esta verdad de forma contundente: "Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza". Su significado es claro y literal. Si un árbol brota con una inclinación, será casi imposible corregir su crecimiento con el paso de los años.
La torsión inicial marcará su desarrollo para siempre. Aplicado a nuestra vida, a nuestros inicios, significa que un proyecto, un hábito o una relación que comienza con errores de base, con prisas, con malentendidos o con falta de honestidad, arrastrará esos defectos de forma permanente. Podremos intentar corregirlo, parchearlo o disimularlo, pero la grieta original siempre estará ahí, debilitando la estructura y haciendo que cualquier tempestad, por pequeña que sea, pueda derribarlo. Cuando más, nunca va a durar lo que hubiera durado si se hubiera hecho bien desde el inicio.
Es una simple ley de causa y efecto, no un mal augurio.

Esta idea tiene una relación directa con mi salud mental. Cuando inicio algo de cualquier manera, me condeno a mí mismo a un estado de alerta constante.
La incertidumbre, la necesidad de estar reparando lo que no se hizo bien desde el principio y la sensación de inseguridad son una carga pesada. Esa carga genera ansiedad, estrés y, en el peor de los casos, agotamiento mental. En cambio, cuando tomo el tiempo y la energía necesarios para un comienzo sólido, estoy construyendo un piso firme sobre el que caminar.
Eso no elimina los problemas futuros, pero me da la tranquilidad de saber que estoy preparado para enfrentarlos porque parto de una base estable. La paz mental que eso proporciona es invaluable.

Por eso, insisto en que debemos pensar bien cada comienzo, ya sea personal o profesional. No se trata de ser temerosos, sino de ser estratégicos. Antes de iniciar una sociedad, debo evaluar a la persona, sus valores y sus objetivos.
Antes de comenzar una relación de pareja, siempre me aseguré de que hay comunicación clara y expectativas realistas. Este proceso de reflexión previa nunca fue una pérdida de tiempo; es la inversión más importante que he hecho. Es lo que aseguró drásticamente el hecho de que ese vínculo funcionara hasta el día de hoy y de que perdure en el tiempo y de que, finalmente, nos sea provechoso.

Provechoso no solo en lo material, sino también, y sobre todo, en lo espiritual o emocional. Una relación que comenzó bien es una fuente de apoyo y enriquecimiento mutuo. Un proyecto bien planificado es una fuente de orgullo y realización.
Ambos contribuyen a un estado de bienestar general. Un futuro esperanzador no es una lotería; es la consecuencia directa de las semillas que plantamos hoy.
Y si quiero cosechar fortaleza, seguridad y prosperidad, mi responsabilidad es asegurarme de que esas semillas sean de la mejor calidad y se planten en el terreno más fértil. Ese es el único camino hacia un mañana que realmente valga la pena vivir.